domingo, 24 de abril de 2016

Día 27: Cuatro ciudades en un día (26 de marzo)


A la mañana salimos de Sevilla y encaramos la ruta hacia el Atlántico, fue un viaje atolondrado, pasamos por cuatro ciudades que cada una de ellas merece al menos una semana, pero tampoco teníamos un semestre para conocer el sur de España.




Nos tomamos un café en Cadiz, luego de recorrer su rambla y la catedral.

 
 



Después fue Jerez, donde nos sentamos a tomar un ídem y más tarde, Arcos de la Frontera, otro pueblo blanco increíble, con aves de caza e iglesias templarias.



  
  

A la tarde llegamos a Zahara de la Sierra.



 

Zahara de la Sierra es uno de esos hermosos pueblos blancos que, como dice Serrat , viven colgados del barranco, literalmente casi. Dejé el coche en la puerta del pueblo y cargando una única valija llegamos hasta el departamento, por la calle Del Calvario, que hacía honor destacable a su nombre. Al llegar, la dueña de casa, una simpatiquísima andaluza, nos preguntó porqué no habíamos llegado con el coche hasta ahí, si podíamos estacionar frente al departamento, me di vuelta, miré esa imposible cuesta y le respondí que para la próxima prometía volver en cuatro por cuatro, ella miró el pequeño Fiat que estaba junto a la casa y me devolvió una cara de incredulidad.

  


Recorrimos la casa, enorme, gigantesca para nosotros cuatro, y desde la ventana, con vista a todo el pueblo y el lago, vemos una torre fortificada en la punta de un cerro justo en frente. Ante nuestra pregunta, la mujer nos aseguró que la subida era bien fácil, que si nos apurábamos llegábamos antes del aterdecer. Voy a ser sincero, luego de su incomprensión de mi incapacidad para manejar por riscos de cabras dudé un poco de su afirmación, pero igual le encaramos al castillo.
Y era cierto, en gran medida, llegamos hasta el peculiar castillo antes del anochecer, pero eso de que era fácil lo dejaremos en suspenso. Lo que sí, las vistas desde ese castillo, y su propia historia, son imperdibles y si algún día pasan cerca de Zahara, vale la pena tomarse un desvío y conocerlo.


  
  
 

Luego de cenar  en la cervecería El Gallo unos chipirones increíbles nos fuimos a dormir, que mañana nos espera Setenil, Ronda y Málaga.



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