El Museo del Prado merece mucho más que unas cuantas horas, pero tenemos los días contados, así que hoy, aunque sea poco, se lo dedicamos íntegro al arte clásico español.
Luego de una cola mucho más ágil de lo que parecía en un principio pudimos entrar a uno de los lugares más maravillosos de Madrid, enfrentarse con Las Meninas es una experiencia casi religiosa, es íncreible lo que hizo Velázquez en ese cuadro, que no es uno, sino cuatro en uno sólo; y Rubens y Goya y más de El Greco, te hacen reconciliar con el género humano.
Al atardecer caminamos por el Parque del Retiro, hasta la Puerta de Alcalá, donde nos tomamos el chocolate más rico y más caro de toda España.
Y esta noche sí encontramos los bares de Lavapiés, al ritmo de un habano Hupman y sorteando grupos de inmigrantes africanos y promotores de restaurantes étnicos nos perdimos con Caro de la mano por las callecitas de Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario