domingo, 24 de abril de 2016

Día 17: London calling (16 de marzo)

Nuestro único día en Londres, teníamos que recorrer lo máximo en el menor tiempo posible, así que temprano nos tomamos el subte hasta la abadía de Webminster, recorrimos el Parlamento y caminamos junto al Támesis.

 
 
 

Así estuvimos de cerca de subirnos al ferry para navegar el Támesis, sólo nos separaron un poco más de ¡30 libras!, están todos locos los británicos. Así que de vuelta al subte (con las tarjetas Oyster uno le carga unas 10 libras por día y si te pasás de eso seguís viajando gratis, así que ¡matanga!) hasta la Torre de Londres.

 
 

La miramos de afuera, caminamos por sus muros, pero no teníamos tiempo para entrar (las joyas de la corona quedarán para otro viaje, aunque las que después vimos en el palacio Topkapi en Estambul bien las suplantaron), así que de ahí nos fuimos al Palacio de Buckinham dónde llegamos a presenciar el famoso cambio de guardia.

 
 

Cuando terminaron de dar vueltas con sus gorros de plumas, caminamos por el parque y nos subimos a uno de esos colectivos de dos pisos hasta el Museo Británico.

 

Este es el momento que uno debe reconocer que se emocionó frente a un cacho de piedra, la piedra Rosseta logró sacarnos las primeras lágrimas del viaje. Pasamos dos horas en el museo, donde uno podría pasarse dos semanas, pero teníamos un vuelo a Madrid.

 

Almorzamos tarde en una taberna inglesa “pie” de riñón con cerveza negra tirada y vuelta al hotel a buscar las valijas, tomar el tren al aeropuerto y llegar a la medianoche a una Madrid dormida. ¡Que viva España!

 
 
(Anécdota al margen: Francisco es un amante de la animación de Paka Paka de Zamba, cuando se aburre y hay wifi, nos pide el celular para poner algún video. Después de las dos horas del Museo Británico y esperando la comida en la taberna, también británica, por supuesto, nos pidió el celular y puso un video de Zamba, el de Malvinas...)


 


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