Madrid tiene el Prado, al Guernica y al Estre (Ezequiel); Córdoba tiene la Medina y sus naranjos; Sevilla a la Macarena y los chorizos a la diabla de Triana; Málaga lo tiene a Picasso y Granada tiene a la Alhambra; pero Barcelona es otra cosa.
Barcelona, con Gaudi, su catalá, su Montjuic, el Barça, el malhumor de sus mozos, es un mundo aparte, es un universo personal y pasional. Un día en Barcelona es para enamorarse de por vida.
Caminar por Eixample, sumergirse en Casa Batllo o en la Pedrera, mirar la Sagrada Familia (y comprender que se necesitarían varias vidas para aprehenderla), escuchar las voces y sentir los colores. Barcelona, con apenas unas horas te hace entender que desde el momento que la pisás se transformará por siempre en tu metro patrón y ya nunca podrás dejar de comparar las nuevas experiencias con esta que te está regalando.
Primer día en Barcelona, y eso es decir mucho.
Postales varias, de Casa Batlló, de la Pedrera, de la Sagrada Familia y de plaza Catalunya...
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